Estamos vos y yo, por fin, cara a cara, sobre la mesita de
luz
hay restos de plástico en el corazón, un poco de harina en
la nariz
del perfil izquierdo nos parecemos bastante, del derecho no
tanto.
Las dos ponemos el brazo debajo de la almohada para dormir,
tenemos talento para la fuga, sofisticación para el engaño,
nos gustaría ser gato pero no nos sale,
en primer lugar porque cuando caemos lo hacemos
despatarradas y con ruido,
en segundo porque ya gastamos 7 vidas y aún seguimos andando
derrochando vidas nuevas.
Pero nos gusta adormecernos al sol,
refregarnos contra la piel de un hombre, lamernos,
andar sigilosas por la cornisa, mirar fijo, maullarle a la
luna,
eso tenemos en común con los gatos
vos y yo.
Voy a apagar las luces para que nos sigamos viendo,
es extraño pero aún en la oscuridad nuestros rostros no
desaparecen,
será que nos recordamos tan exacto
tan fácil,
será que estamos tatuada la una en los ojos de la otra.
Claro que vos tenés
curvas donde yo ángulos,
y yo ángulos donde vos curvas,
vos mi lado oscuro, yo tu lado claro
yo tu día lluvioso, vos mi día soleado.
Estamos tan cerca que los alientos se fusionan,
son suaves, mezcla de te de boldo, humedad y tabaco,
estamos distantes, un rostro inaccesible para el otro
rostro,
una pared frente a otra,
el gris frente al blanco,
la llama y la ceniza.
Estamos vos y yo sobre la mesita de luz, mirándonos fijo
como dos espejos planos, sin marco
uno frente a otro
demasiado seguido los reflejos se confunden
no se sabe cuál es cuál
es como mirarnos borrachas.
Las dos sabemos que no vamos a romper el vidrio
no vamos a estirar la mano,
vamos a mirarnos fijo nada más.
Y entonces quizás no sos vos, no soy yo
esa inhallada
infinita
esa derrota de una en la otra,
quizás somos tan sólo un presagio, una palabra
mi rostro al otro lado del puente, tu rostro al otro lado
del río,
nuestra batalla ganada.
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