Es natural que pensemos en nuestros pies, en nuestras manos,
con cierto apego, con cierto encanto.
Es natural que pensemos en
cambiar el mundo chapoteando en vasos de agua, es natural que anhelemos peceras
que yacen al fondo del Titicaca para irnos a dormir fetales. Deshojar
una margarita de las que no crecen entre los edificios y debatirse entre si
caerse de culo o salir volando, es natural. Abrir los ojos y desear cerrarlos,
guardar la espada y encontrar la hidra, también lo es.
Es natural desmitificarnos a cada vuelta de la esquina, sabernos círculo
pero soñarnos espiralados, ser ingenuos a la hora del abrazo, vulnerables de
cara a las estrellas, es natural estresarnos con el migo del conmigo, comprar
una manzana roja y que esté podrida, querer perseverar y dejarse llevar por el
viento, amontonar pelusas debajo de la cama, perder una media, sentirse
despreciado, deprimirse frente a la heladera vacía, bailar en bombacha,
enlatarse en la pereza, putear la alarma del despertador, rogarle asilo al
silencio, exilarse en el sinsentido, pedir amor a las monedas de las fuentes y
financiaciones en cuotas al universo, es natural reír de angustia, llorar de
llanto, sentir que cuando la lluvia viene nos perdona, ser viejo a los veinte,
pisar mierda y quedarse esperando la suerte, encontrar plumas por todos lados,
perder el tiempo al fondo del bolsillo agujereado, escapar por el rabillo de la
aguja, juzgar los besos que nos han negado, dejarse la remera al revés para
recibir un regalo, sentir ansiedad de lo que se siente espanto, lamerse como un
helado de frutilla, patear para mañana las orejas que hoy no nos han escuchado,
dejar restos de aceite en los platos recién lavados, escupirse frente al
espejo, sentirse subordinado, jugar al desdichado, pisar a alguien que está
descalzo, putear a los mosquitos, hartarse de distinguir en el juego y el
fuego, culpar a los astros, hacernos los desencantados, no llegar a fin de mes,
sentirse enorme queriendo ser pequeño y viceversa, chorrear el mate, olvidar
las fechas de cumpleaños, no saber usar los abrelatas y los sacacorchos, amar
con amor compulsivo y desproporcionado es natural. Y no tan grave, hasta bueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario