Para que te caguen menos y te cojan más le dijo, para que
respeten tu debilidad día de por medio, para
que la cabra flautista que cada noche te visita te deje amoldarte al sueño y
descansar los huesos, para que la meditación sea una taza de café con leche y
medialunas, le dijo. Para que las cruces que han de llevarse no sean más que
palomas muertas colgando del cinto al lado del portacelular. Para que te sea
dado aquello que pediste librado de toda urgencia y vanidad.
Para que no te confunda el lado tigre del asunto, el lado
bestia del disturbio, la autenticidad con carpa, el mago metiendo la mano
debajo de la sábana, la catarsis, la cura por el sueño, la vida que es un hecho
inenarrable, el llanto conciliador, el te amo en lo oscuro, los cuarteles de
invierno en plena guerra, las treguas a perro y espada.
Para que te amen y no te caguen, para que te ames y te cagues poquito. Para que
te seas sincero y te pongas la firma, para que nunca te falten veinte pesos al
fondo del bolsillo, para que la puteada de un albañil no te perturbe, para que
conserven su filo los cuchillos. Para que morir no se tan desdichado ni sea tan
claro que morir se trate de morir, para que una uña no alcance a reventarte el
corazón, para que nunca falte el agua caliente saliendo de tu ducha, para que
la infelicidad sea tan solo una circunstancia. Para que las deudas se evaporen
con el humo del último cigarrillo y mañana siempre sea un país mejor.
Para que rapunzel sea una mujer pelada que dinamite la torre
y el príncipe un director de cine under que odia la violencia. Para que los que
eligieron jugarse por amor disuelvan el garabato del engaño. Para que no te encapsule la vida sin
pestañas, los pubis rapados, los misticismos improvisados, las braguetas
abiertas, las compulsividades en envases descartables para llevar, el peso de las plumas.
Para que escribas siempre a cama caliente, para que sea más liviano
andar descalzo y para que la ciudad sin santos se encienda de velas hay que
seguir jugando y afirmar que el eclipse también es acá.
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