Qué chapa con la pintura
qué pintura sin chapa
qué tristura
yo con delay, en
stand by
me mandan a buscar adentro
adentro hay un flautista invisible tocando una flauta de
aire que no suena
la puta flauta no suena
qué gato estampándose la nariz contra sus propias mañas
qué mierdita
sería tan fácil desnudarnos y amarnos
sin vueltas de martillo sin símbolos ni trincheras
vas corriendo al costado del acantilado
jugando a pasar por
debajo de las olas de la marea que sube,
pasan los equipos de rescate con sus cascos anaranjados pero
vos no te subís a ninguna camilla
y seguís negra y presuntuosa.
Hay mandarinas y limones
que se exprimen al fondo a la derecha,
se acabaron las trincheras las excusas las cucharas.
El mismo sueño recurrente, al puente hay que atravesarlo
pero no es para hacer casa en él,
perra soledad que nos encandila con brillitos de pan y
mermelada
sorda en este bosque
árbol de ternura que
se acaba por caer, es tiempo de poda y aún no nos hemos cortados las uñas
la idea de dormir es espantosa, los sueños hacen pucheros
con la angustia
¿quiénes
somos?
Puedo ser la parodia
radical, el payaso azul, la bombacha con puntilla negra
puedo ser indulgente pero el gato verde siempre se escapa de
la mesita de luz
y se sienta en el tapial a ronronear sus duda.
Sinsabor, acidez, pucho, mate y coca cola.
El mil es un número inmenso que se escurre entre los dedos
como pluma,
digamos que down spirit angustia,
intentando navegar mares boca abajo que llueven agua
estancada sobre flores que aún no aprenden a reconciliarse con el sol,
digamos que turbia con un frasco de semillas de girasol que
aún no encuentran destino en la tierra
años tristeza, años pereza, años amago
La noche está empachada, enmudecen los grillos, quien esté libre de clavos
que tire el primer
martillo, yo ya he tirado mis cartas:
ha salido el ahorcado,
ha salido la reina de corazones y la taza de te del desvarío,
a lo dalí se derriten los relojes y al llegar al suelo se
hacen un montón de pelotitas de vidrio
y las pelotitas se meten bajo las suelas, los que calzan
jhon foos se tropiezan,
las señoras de taco se tropiezan y mis kickers se resbalan.
El universo es sabio, tiene contradicciones el universo alguien
me dijo
puesto que hay eclipses puesto que llueve con sol
universo de mermelada, no siempre es divertido.
Alimentar la parodia, ejercitar el sentido, colgarse
guirnaldas de papel de una punta a otra,
entre los hombros, de un pie a otro y los pies están
torcidos.
Gata de salón: ¿Quién
da cuerda a los relojes?
“El tiempo es porcelana en polvo hijo”, no importan las
cuerdas, vivimos en la era digital,
en la edad de plástico, en la era del bruxismo y los cuellos
contracturados,
la porcelana es un bicho raro que hace nido en las alacenas,
la soledad se descalza para entrar al primer piso de un
departamento zen donde se desmandala
la pena, de luna a
luna se chupa mate con edulcorante para sentir
un poco de calor en
los nudillos, las plumas son bisexuales aquí,
los poemas sietemesinos se acurrucan en incubadoras sin
animarse a romper el vidrio,
al fondo del inodoro una serpiente de ceniza y zanahoria
deshoja una margarita:
me ama, me odia, me empluma, me despluma.
Hay desbordes intensos para entrar en el sueño y el fuego
chamusca los flequillos del
“mañana ya veremos”,
veinte sapos de invierno y un verbo pluscuamperfecto,
mejor desnudate que llega el hielo.
Se chorreó el mate, hirvió la pava, se quemó el mantel y
entró shampoo en los ojos, el destiempo es algo inmenso y está gritando lo
perdido, un alarido de conciencia basta para abrirle y cerrarle la puerta al
misticismo, tocan el timbre los perros confundidos por los hechizos, las
estatuas de yeso partido, el macramé inacabado, la tensión de un hilo.
Hay tanto sarpullido dando vuelta, mierda andá a la esquina
a ver si llueve,
el corazón se descarna y las mandíbulas desean salir
volando,
hay tantos tangos como avisos de youtube y es indistinto qué
vende más,
si el amor o la traición, si el yogurt o la tristeza, antes
como ahora, con pan o sin pan,
la sopa se ha tomado y para el alma sigue siendo un delirio
que exista la digestión.
La mantis cuelga del clavo,
las mariposas muertas están encintadas en la ventana,
los ventiladores dejaron de girar y el humo cava pozos en el
aire donde es tan fácil caerse
como se cae en una turbulencia de amor sin alas.
Un avión metafísico es algo inconcebible.
Zapatos y guantes, polainas y medias de lana al fondo del
placard, encendedores rojos y azules,
duelen los huesos duelen los encuentros
duelen sin dolor las telas desgarradas, los billetes rotos,
los castillos de naipes, los estilos.
Mañana es impreciso, mañana es imperfecto, mañana chapotea
al fondo del estanque
tengo los pies fríos,
hay que embarrarse hasta el cogote para sacar el pez dorado,
no gracias, no suelo comer carne,
soy vegetariana:
“Póngase en la tarea de cosechar lechugas en el agua, a ver si
barrenando entre las olas quedan enganchadas en la red un par de manzanas”.
Luna llenada vacía y vuelta a llenar:
De dónde viene esta sensación a podrido y a papa frita, a hamburguesa con gusanitos
chorreando aceite amarillo en el bar blanco de un hospital
celeste.
Ya no digerimos el mundo ni el mundo nos digiere,
pequeñas muertes transparentes, lutos de miel y caca,
en esta habitación las moscas no entran por miedo a que el
frío de las paredes
les congele las patas, a esta guitarra le faltan las
cuerdas, la adornan las arañas,
los guantes de goma sin dedos cuelgan de la llave de gas,
son las sombras de las manos
que intentaron sacarle el sarro a la ciudad, ahora solo nos
queda el delirio, la risa de vidrios rotos,
la camisa de jean manchada, las cagadas de palomas en las
sábanas.
Pan y miga,
tajo y mandarina,
triste alma donde todo pasa sin que pase nada.
Pasan pensamientos como caravanas de camello como tropillas
de pulgas sin lomo de perro,
música del viento entre las tetas, vientres tensados para la
percusión,
la señal de la
estrella de ceniza sobre el corazón nos une, nos separa
y alguien desde lejos envía una tijera en miniatura para
cortarnos las pestañas.
Hay que acicalarse
depilarse
arreglarse
lamerse
para entrar desnudos en el alma y por fin reírnos con lengua
rasgada, con dientes torcidos,
de que existir sea vivir dentro de un maní vacío.